Cuando seguir el río, es nuestro mayor error.

No sabía muy bien cual debía ser mi siguiente acción, así que opté por dejar fluir las cosas, como no estaban tan mal, creí que tal vez la mejor opción, aunque no la más sensata era seguir el curso del río, y ver en qué acababa todo.

¿Cuál fue el problema? Tantas veces imaginé el posible desenlace y tantas veces me desencantó que sin duda, ¡ESA! No era la mejor opción, pero ¿Qué podía hacer? Me preguntaba con asiduidad cuando sentía que aquello ya no se podía reconducir.

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